jueves, 20 de agosto de 2015

Delicada flor

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Contraste de pareceres en torno al mando de la tele. Un miembro de la familia, más vehemente, alza un poco la voz, muestra impaciencia. Para los presentes es un intercambio de opiniones y poco más, en la sobremesa de la cena. Pero en el curso de tal entrañable escena los nervios de el que esto escribe se ponen de punta y el reposo delante de la tele se convierte en un amago de indigestión. Cinco minutos más tarde, cuando este uno manifiesta su malestar, se encuentra con miradas incrédulas. Y uno piensa: ¿hubiera sido mejor callarse? (Qué más da.) ¿Es que por decirlo evitaremos que vuelva a ocurrir? (De eso nada.) ¿Es bueno al menos desahogarse? (Puede.) ¿Es útil al menos pensar que la etiqueta PAS es nuestra, que no somos extraterrestres o producto de una jugarreta de la nature o la nurture, unos  freaks de la neurastenia? (Puede ser.)
     Que no cunda el pánico: es que somos Higly Sensitive People, tenemos -quizá- una etiqueta con cara y ojos, nombre y apellidos. Incluso pertenecemos a una minoría selecta, refinada, aunque no dirigente. Ya que no disfrutamos de paz y ecuanimidad, al menos tratemos de disfrutar de -y tranquilizarnos con- el epíteto. Total, de no hacerlo, lo mismo nos va a dar.

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